Agi – La familia está en crisis porque nosotros, los católicos, la hemos traicionado primero
Mientras algunos católicos hablan del IX Encuentro Mundial de las Familias a través de temas especializados que solo sirven para radicalizar posiciones y alimentar la lógica de los bandos, el Papa Francisco precede su visita a Irlanda de un video mensaje en el que, en el centro, está el problema intergeneracional.
“Los jóvenes son el futuro! Es muy importante preparar a los jóvenes para el futuro, prepararlos hoy, en el presente, pero con las raíces del pasado: los jóvenes y los abuelos. Es muy importante”, estas son las palabras que Vatican News, o la agencia oficial del Papa, ha escogido para evidenciar el mensaje central del video, o lo que en este momento está en el corazón del Papa. Además, como cualquiera puede verificar mirando el minuto de video, Bergoglio como es habitual en su modo de comunicar, expresa estos conceptos hablando sin guion, levantando los ojos del texto y mirando a la cara a los que le escuchan.
Hoy la familia enfrenta desafíos muy difíciles y para esto necesitamos más que nunca superar la lógica de los bandos. Ésta manifiesta el deseo de simplificar las cosas, ansia reduccionista y así, excluye la posibilidad de comprensión. Entre los católicos, unos ven mejor unas cosas y otros ven mejor otras, necesitamos absolutamente esta diversidad sobre todo en los momentos más difíciles. Pensar de forma distinta, no en lo que es dogma, sino en lo opinable, es, dentro de la Iglesia, una riqueza, porque nos permite ampliar las perspectivas y facilita que algunos lleguen a donde otros no pueden porque no tienen esa sensibilidad específica. De hecho, en la Iglesia existe el enorme espacio de lo opinable: el lugar donde “no solo es posible que me equivoque, sino que también puede suceder que yo tenga razón y los otros también” (San Josemaría Escrivá la aventura de la libertad).
Sin embargo, si a veces entre los propios católicos cunde, respecto a lo opinable, en las redes sociales y en las conversaciones un “para ser verdadero católico, es necesario…” o “quien no actúa así es cómplice de quién ataca a la familia…”, esto no es bueno.
La familia está en crisis, nos dice el papa, porque nosotros –los propios católicos- la hemos imbuido de individualismo, de falsas necesidades, de consumismo, de resignación que lleva necesariamente a la reivindicación. ¿Por qué nuestros abuelos están en residencias? ¿Por qué no existe la familia intergeneracional, extensa, la que va de los abuelos a los nietos? ¿Por qué ya no existe solidaridad entre las familias y estamos sólo preocupados de acentuar nuestra privacidad y nuestra autonomía? ¿Qué nos está sucediendo?
La familia está en crisis porque, hemos sido, quizá, los propios católicos quienes la hemos traicionado o no la hemos enaltecido como se merece. La lógica de partidos es simplicista y parece ganar la batalla porque saca el problema fuera, identificándolo con el “enemigo”. Pero impide una reflexión seria, primeramente dentro del seno católico, necesarísima, y que sin duda es uno de los objetivos del encuentro mundial irlandés. Se necesita un discurso honesto y serio sobre la familia, que lleve a preguntarnos dónde, cómo y cuándo hemos empezado a traicionarla, y no pensar que el mal está fuera de nosotros, en “quien nos ataca”.