Blog / In spagnolo / Maddalena | 15 Maggio 2018

Las cartas de Magdalena – Gaudete et Exultate. La revolución del Amor

La versión italiana


Ha sido un golpe de emoción. Lo devoré de inmediato, quien sabe porqué. Por lo general, no soy tan diligente en la lectura de los documentos del magisterio.
Las consideraciones teológicas y las disertaciones las dejo a las personas competentes pero el estímulo a la santidad para todos me ha llevado a reflexiones y consideraciones muy personales.

Los Santos en el cielo son como estrellas a las que dirigir la mirada en las noches oscuras, a quien hablarles de tu a tu en la intimidad del corazón.

Santa María Magdalena me apasiona (y garantizo que no es por el nombre), es aquella de la que Jesús ha expulsado siete demonios, que después se deja abrumar por el amor.
No se queda callada, quiere hablar, y está tan enamorada de Cristo que lo estrecha junto a sí, sobretodo ya Resucitado; no le importa nada el juicio de los demás si se trata de estar con el Señor.
Cuando se arrepiente, lo hace sin medias tintas, tomando su corazón y entregándolo a Jesús. Está al pie de la cruz, junto a María, consciente de que a veces es la presencia silenciosa la que sirve, aunque aparentemente sea inútil.
Corre “al” sepulcro y “del” sepulcro, para anunciar la Resurrección con el corazón que le estalla: se ha dejado inundar por Cristo toda ella.
Hay otros santos que amo mucho. San Josemaria, Santa Teresita del Niño Jesús, el Cura de Ars, y muchos mas.

Y después…
Después hay santos de la vida cotidiana. Se cruzan en tu calle, en tu camino, simplemente porque el Señor te los ha puesto ahí, para iluminarte, para hacerte entender, para hacerte intuir el amor.
El amor lo intuyes, lo acoges, lo percibes, lo pruebas, lo respiras. No es el resultado de una demostración racional: es capaz de aturdir y desarmarte con una caricia. Es capaz de desplazar y desbaratar cualquier tipo de defensa.
Con una lagrima compartida, con una mirada apacible, con una sonrisa. Con una sobreabundancia inesperada como respuesta a un gesto amable. Se puede, cierto, tratar de resistir para después estar mal.

Los santos “normales” sonríen con el corazón hecho mil pedazos, mientras trabajan o están con los amigos y la familia. Siempre tienen una palabra buena para todos, y se gastan por los demás sin guardarse nada para ellos. A lo mejor vuelven a casa y viven situaciones difíciles sin agobiar a nadie, tampoco a los amigos mas queridos. Son capaces de vivir el propio dolor en el silencio de la intimidad con Dios.

Son conscientes que el silencio es el no responder a la ofensa, o sencillamente es el dejar paso a los demás; abrazan la cruz sin cuestionarse el motivo, sin gritar, sin quejarse. Ríen solo para hacer felices a los demás y por dentro se sienten rotos. Agradecen cada cosa, también cuando no hay nada por lo que dar gracias.

“La revolución del Amor”: podría llamar así a esta Exhortación Apostólica.
Quien me conoce sabe que tengo una debilidad especial por este Papa. Quizá por su capacidad de decir cosas muy profundas de una forma simple. Lo que hace entender lo intenso que ha sido su trabajo de pastor en medio de las ovejas. Es el pastor que lleva consigo el olor de sus ovejas. Que no se escandaliza de nada, porque conoce la fragilidad humana. Justo como Jesús que en lugar de escandalizarse, escandalizaba.

Quizá porque insiste en el hecho de que no hay que desanimarse, tampoco ante ejemplos brillantes que nunca podremos conseguir (No hay que desanimarse cuando se contemplan modelos de santidad que aparecen inalcanzables…hay testimonios que son útiles para estimular y motivar, pero no para que busquemos imitarlos, en cuanto que podría alejarnos de la vía única y específica que el Señor ha querido para nosotros).


El Señor ha pensado una senda, un camino para cada uno de nosotros también para el más frágil, el más débil, el más pecador. Esto es increíble porque somos criaturas suyas, y nos ama así, por aquello que somos. Normalmente me sorprendo reflexionando sobre el hecho de que haya decidido necesitar de nosotros, correr el riesgo cada día, de nuestros pecados y de nuestras miserias.
El Papa nos anima a recordar que la esencia de la santidad es la caridad, por tanto, el amor. El amor “lo haces” si consigues reconocer la voz de Jesús que nos acompaña paulatinamente, que nos hace entender también en cada elección de nuestra vida concreta lo que quiere de nosotros. Dejarle hacer, dejarle que sea El quien actúe… Sin miedo. ”En definitiva es Cristo quien ama en nosotros”.

Una vez, una persona a la que quiero mucho dijo: “Es difícil dejarse llevar…”

Lo es, querida amiga. Fiarse del Amor no es fácil.

Durante muchos años no he entendido casi nada: menos mal que Jesús tiene mucha paciencia conmigo. Que sorpresa me he llevado al experimentar que el Señor no es un juez que está preparado para fustigar, frio y grave, sino que ¡está esperando para abrazarte!. Que conmoción descubrir que está ahí, que espera, como un “novio tímido” (diría la autora de un libro que aprecio mucho) cada gesto, cada lagrima de nostalgia, cada mirada dirigida hacia el cielo, cada suspiro! Es El que conoce tu corazón mejor que nadie, y sabe, entiende la dificultad de cada uno, el sufrimiento provocado también por los demás, por la vida, por las relaciones. Por eso espera que en el corazón se manifieste, aunque sea solo tímidamente, el deseo… y espera, respetuoso de nuestra libertad.
Solo una pequeña ventana, una grieta… puede hacer filtrar la Luz. Y el resto viene después. Aquella fuerza imparable que te arrastra hacia el Confesionario después de tanto tiempo… es El quien lo mueve. A través de la fisura del corazón actúa, y desde allí inicia el camino, que a menudo puede ser doloroso (no es nunca agradable tomar conciencia de aquello que se hace o se ha hecho) pero también lleno de alegría. Un descubrimiento realizado por el propio Cristo en nosotros mismos. Nosotros no somos nada sin El.

Con frecuencia me paro a reflexionar sobre el hecho de que grandes pecadores hayan sido santos. Esto debe dar esperanza, también a una persona como yo.

Fiarse del Amor no es fácil también cuando se ha emprendido el camino, porque Jesús es imaginativo y rompe los esquemas. Cuando estamos convencidos de “tener el control” de nuestra vida, convencidos de aquello que se debe hacer, de aquello a lo que dar prioridad, entonces llega a revolucionarlo todo. “ El Señor sorprende siempre” me dijo una persona hace tiempo. Esto nos hace estar con los pies tocando el suelo, y nos obliga a levantar la mirada, apartándola de nosotros mismos.
El Papa exhorta a caminar en medio del mundo, a dar testimonio, con la propia vida. No para hacer proselitismo. Sino para “ser”, o mejor, “para dejar que Cristo sea” en nosotros. En la vida cotidiana y normal, como consagrado, como madre, como abuela, como trabajador, como estudiante, en cualquier estado o condición.

Gaudete et Exultate …que si está el Señor y le dejamos espacio, ¿que nos importa lo demás?

Magdalena Fabbri nació en Milán, el 5 de septiembre de 1971. Casada, tiene tres hijos. Licenciada en Derecho, ejerció durante poco tiempo. Ha preferido inscribirse en el registro de las “madres”. Vive en Milán